Has paso por alguna de estas situaciones?

  • Empiezas a entrenar, lógicamente has bajado tus marcas y tienes que centrarte en recuperar sensaciones
  • Quieres empezar a entrenar y hacer deporte pero te cuesta ser constante y engancharte a la rutina
  • Estas estancado en tus entrenamientos, no progresas y pierdes ganas

 

El rendimiento es algo multifactorial no depende exclusivamente del entrenamiento, también importa el descanso, alimentación, estrés, genética y por supuesto la motivación. ¿Qué podemos hacer en esos momentos en los que sea cual sea el motivo estamos sin ganas de entrenar?

Antes de nada, definición según la RAE “Conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona.” de aquí podemos sacar que hay dos tipos de motivación: tu propia motivación (la llamaremos motivación intrínseca) que pues depende en gran medida de ti, de tus día a día y tus acciones; tenemos por otro lado la motivación que viene de factores externos que a su vez potencia la motivación intrínseca, ya se amigos que nos animan, competiciones, motivos de salud o belleza (a esta la llamaremos motivación extrínseca). Ahora la duda es ¿qué puedes hacer al respecto? Pues en realidad mucho

 

1. Encuentra lo que te gusta y exprímelo al máximo

2. Descansa bien, la falta de sueño hará que pierdas ganas e interés

3. Objetivos a corto, medio y largo plazo, esto reforzará tu motivación

4. Come bien, es un clásico pero es verdad una mala alimentación nos bajará los niveles de energía

5. Necesitas un plan

 

Plan, objetivos y recompensas

¿Qué hacer con todo esto? La mejor forma de conseguir tu objetivo siempre es tener un plan lo más detallado posible y en este caso es igual. Necesitas probar muchas cosas hasta que encuentres la que te gusta, aprovechar la motivación intrínseca que te ha permitido empezar y potenciarla, necesitas fijar objetivos reales a corto, medio y largo plazo para que te ayuden a mantener tu motivación siempre alta. Valora la opción de darte recompensas, por ejemplo si estás en una dieta estricta o entrenando a tope y consigues objetivos date un capricho, una comida que te gusta, una experiencia que llevas tiempo posponiendo, un viaje o simplemente un día “libre” pero no olvides que la recompensa tiene que ser proporcional al objetivo conseguido.

 

Los objetivos deben ayudarnos a seguir progresando, a motivarnos y a ver la progresión que llevamos. ¿Cómo saber si has escogido unos buenos objetivos? Fíjate si cumplen las premisas Smart Goal (objetivos inteligentes):

  • Específico: debe ser algo concreto, que se pueda saber fácilmente si se ha logrado o no

  • Medible: tiene que ser fácil de medir de manera objetiva, aquí no vale el “yo creo que”

  • Alcanzable: debe ser algo realista, no podemos pasar de 3 años de sofá a querer ganar los próximos Juegos Olímpicos. Si nos ponemos objetivos demasiado ambiciosos no los conseguiremos y perderemos motivación. Ambición si pero medida

  • Relevante: tiene que suponer un reto, cuanto mayor sea el reto mayor será la satisfacción al conseguirlo (ojo no olvidar el punto anterior!). Busca algo que realmente quieras, ese puede ser tu objetivo a largo plazo, ejemplo bajar 20kg, pero a medio y corto plazo debes ponerte otros, el primer mes bajar 2kg y en los primeros 6 meses bajar al menos 10kg. Éste sería un ejemplo bueno, tenemos un objetivo grande, lo dividimos en pequeños objetivos alcanzables y relevantes que nos mantienen motivados en el día a día y nos motivan más según los vamos consiguiendo.

  • Temporal: cada objetivo debe tener un tiempo establecido para conseguirlo, aquí no vale decir “quiero bajar 20kg, tengo que ponerme a dieta…”